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El clan de las luces

by Domingo En Llamas

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1.
Se inicia la última marcha en patines, una vil inquietud en los botines, suena tu himno con cola blanca y flauta: sonidos de la ayer madera incauta, hay un dulce sospechoso en la esquina: política insoluble en parafina. Y de la única floración de este año bebió el solitario, bebió el rebaño en el río que ablanda la cantera, como un sol en su cueva: reverbera y el pensamiento al andar lo deshoja dejando que el corazón solo escoja. Es que allí cada flor tiene su afluente y su sombra se graba fluorescente, habrá que desaparecer mil cosas, polvo de insectos, cenizas de rosas, tanquetas de parchita, húmeda bruma, lobos con bocas hinchadas de espuma. Llegas a la orilla y ya está, no más, te niegas pero ahí vas, te lo tomas, y desde el bote haces señas, resoplas, te aferras de la baranda y la doblas, hacia el este hay un ángel con sombrilla, sapos rellenos, playas de una silla. La fórmula feroz de los disparos se marca en la cabeza de los faros desviando en su figura al sahumerio que barre los vestigios del misterio cual cretino paciente, siempre en vano, con un puñal sin filo en cada mano.
2.
Viendo con detenimiento la descomposición de tu luz moscada puedo comprender mejor tu alcabala de lluvia soleada. El añil venía en cajones de neón con rivetes de humo y una población de anís, traía una campana con badajo de arroz que un día se rajó y brotó, sangrado dulce de naranja. Una tarde desabrigada llegué a Guardatinajas con mi piel verde oscura y haciéndose de noche las ranas del rastrojo seguían repitiéndonos su coro. Y la carne amarilla se hizo vegetal, se volvió hortaliza, arbusto de tu pedestal. Se paralizó la brisa, solea y no escampa, recoge el picadillo y conviértelo otra vez en luz blanca.
3.
Terminaré esta canción de hazaña y forcejeo aunque sueño poderla abandonar, suspirar y curarme este hormigueo. Tras diez semanas voy supurando versos infructuosos, rimando nervaduras chabacanas, forzándome de nuevo los reposos. Ni los maestros de los discos y de la biblioteca ni la retahila de Padres Nuestros me han ayudado en esta nube seca. Con melodías y bombos he intentado rehacer estrofas muy famélicas y frías. Creo que es de otros este menester. ¿Cómo se llama el nervio que percibe interrupciones y que luego de tres horas reclama el no haber terminado más canciones? ¿Cómo hallar la vuelta si no sé siquiera si escribo esto para ganarme una quiniela o para un catálogo informativo? Conseguiré la forma de cerrar en alto el ciclo, si necesito una canción cliché te digo, sin problemas la reciclo de unos cuadernos que una vez tan eufórico rayé con versos amorosos y tan tiernos que hoy me pregunto al verlos “¿Y por qué?”
4.
Escúchame: Si algo me reprocho es no haber ido a la Plaza O'Leary en el 58, preferir la nieve en vez de sufragar en el 59, no nombrarte en Punto Fijo presidenta en el 60, no leer párrafo alguno de la carta magna del 61, desde Carúpano no decirte adiós en el 62, mi voto a mansalva para Jóvito Villalba en el 63, en el 64 no llamarte obsesionado con vencer las bombas en El Bachiller, no haber leído de un brinco el Doble Fondo de Garmendia en el 65, en el 66 hacerme el loco en plena crisis de Anacoco, dejar en Machurucuto mi machete en el 67, no ver al Morocho llevarse el oro en el 68, en el 69 te envolví como presea la cúpula de la Asamblea, en el 70 el pecado original llegaba hasta tu imprenta, cuán inoportuno el no haber visto a Mohammed Alí en el 71, el 72 no cuenta, no hubo luz: nos visitó Lanusse, en 1973: torpedear los corazones fotografiando los finales de las presidencialeselecciones, en el 74 invaden los malos olores, CAP caminando de su casa a Miraflores, en el 75 la burocracia aprieta con ahínco y en el 76 la mesa está vestida y palpita: cubiertería a la derecha y se enjarrona la mabita, en el 77 vimos a Bánzer y a Videla tragarse el anzuelo de la pena ajena al cruzar la pasarela, todo un año de trasnocho duró el 78 recordando con enconosa amargura la victoria copeyana, mejor hablamos mañana, en el 79 asume Luis Herrera lavándose las manos, seré breve: la culpa la tuvieron tus arcanos, pura cebolla y playa, en el 80 la pava se explaya, te confieso que desde el 1ro de enero del 81 muy pocos recuerdos acuno, me morí zobo rosoa Irene Sáez, a Pilín León, un poco a Raiza Ruiz y el desteñido solar de un afiche y en concierto The Police, el año 82 es el preludio del bochinche, amenaza con lanzarse Lusinchi y en el 83 empezamos al revés, viernes negro el 18 de febrero y el reguero empegostando otra vez, en el 84 cayó entre la historia y sus anales un funcionario causal: Leopoldo Díaz Bruzual, el país es un pájaro con bozal, 1985 fue para nosotros un paréntesis de delirio y derroche, desde el 16 de febrero hubo una sola noche subiendo en el 86 la gasolina, todo un empache de estricnina y VIH, (mejor apriete que llegó el 87) llegó el 88 y ahí vimos mascando verde pasto al único gocho nefasto, vamos que usted puede, empezó el 89, los que se salvaban sorteaban duramente el atraso y el resto incendió el Caracazo y aunque la cena era violenta y la poda muy muy cruenta algo hicimos que merecimos llegar a 1990, otro sketch inoportuno dejé pasarte en el 91 al desaparecer del dial Canal 5 Televisora Nacional ¿qué tal? En el 92 saltan dos intentonas rebeldes, una en febrero, otra en noviembre, cómo me reitera el reproche al no advertirte sobre los quehaceres ciudadanos en los dolos, en las noches (sudando frío y perdiendo la voz en 1992) hay un saludo a la bandera en el 93 con la destitución de Carlos Andrés y al año siguiente como un ruido de cajas raspando la escalera tomaba posesión Caldera, en el 95 te dejé sola en tu plegaria en plena crisis bancaria, no llevarte a Catia para mí fue el fin del mundo: por mí no viste a Juan Pablo II pero peor aún que desde Cariaco me vine maníaco en moto después del terremoto, como un experimento en rotación del gabinete se fue el 97, recuerdo quedarme viendo los reportes desde el televisor mientras un funcionario sobaba un diccionario buscando la palabra soñador, como bien recuerdas el corazón me lo desabrocho a fines del 98 pero como esto lo escribo en 1999 habrá que ver muy bien qué viene, desde aquí abogo por un sueño de dulcería, de cayenas, de carpintería, de árnica, una verdadera alucinación teocrática, mientras tanto aireemos en las ramas nuestra absolutamente personal zamurera democrática.
5.
Bajo el Arco de la Federación cual caudillo entrando a gritos, en tu hombro les mandé a recoger cualquier escombro y echarlos en Santiago de León. Liberal que olfatea al posadero y en el techo un sol de oro del Perú, al saber que estabas llegando tú zarpé del Pasapoga al Trocadero. Mil andamios en tiempos guzmancistas, un retrato de Sucre en carboncillo, el no inscribirse jamás aunque insistas, retorno ilusorio en el balconcillo. Los vasos musicales de Cesáreo se afinaban ahí en nuestro convento y sembramos frente al Ayuntamiento flores perennes de lecho calcáreo. Te vi de Canónigos a Esperanza alimentando en casa a montoneros, fundación de Petare por Cisneros: saberes de domingo en La Carranza. Contín-mitá, serení-serenao, por favor no te vayas a dormir, vivo en La Guaira envuelto en casimir ¿Cómo puedo hacer pan con bacalao? Cardo mariano, sal negra al marisco, tesoro y noticias, vas al bar, cenas, cuadro sellado de Piedras a Bárcenas, tu busto en los claustros de San Francisco. Tanta arma blanca nos volvió ermitaños, llegamos hasta El Silencio y de noche hubo escala en el Hospital de Coche para luego seguir tu cumpleaños. El Chino Cano se hincó una muleta e iba presto a cederme su frazada, lo que sí me dio fue una cachetada seca, por solo haberle dicho “aprieta”. Descartes en tricomonas, clamidia, vivos por la campana que te alumbra el botón nacarado de la envidia, el volcán navideño en la penumbra. César Girón en la fuente de soda, e indignado gritándole argumentas “El arte de sanar sin herramientas le valió al Dr. Arvelo esta oda”. Tras lo visto en el revolcón sonoro escapó loco el bárbaro en su poni, yo soy el hijo de Paramaconi, al enemigo que huye: puente de oro.
6.
La multitud gorjea y granea, sacude volando, espera ramazos con grasa de palma, elevando distintas tonadas monosilábicas. Hay un polizón montado en una antena de gancho y prepara ensimismado un recital sin banda ni ensayos, sin sospechar la dulce sorpresa que habrá en la merienda, cena plena lo espera con gordas y blandas lombrices de asfalto. Repite hileras de su fraseo en el pozo nocturno, de día repica las palmas, no descansa, flor de botón. Abajo los monos danzan de cola guindada y se desenvuelven suavemente en la plazoleta, ayer alzaron vuelo por primera vez los zamuros de cara lavada de un nido cercano, los más grandes tragan carnita rasgada, otros granizo picado, otros ordenan la cera en sus plumas de hilos dorados, collarín de piedra en toda la comitiva y memorizan el mapa cenital de la deriva pero solo hurgan en el Evisceradero Nacional del Pescado. La multitud continúa el semirezo a su santo, la palma aceitosa aplaude en la espalda, en un canto palabras sueltas brotamos entre menta y cilantro, la antena en el vaivén huracanado, la comisura, la febril pasión entre el amor y el desmayo, el incendio que aviva la cascada, la explosión aguada del sangriento tomatazo, sumerge las dos manos en la arena para que se vuelvan raíces de una cola de caballo. Un ramillete de boldo a punto está de entrar en un tazón con agua hirviendo, con grasa de la rama diluyéndose bien se suaviza además de potenciar sus efectos, el tarro endulzón se vacía al celebrar el paso de líquido a gas del vapor enhebrado en el caso: el aceite fibroso esencial de la palma. Repite hileras de sus melodías tras el riego lluvioso, el cotiledón no canta, descansa, mamá al acecho.
7.
Una sospecha sonora de Balderas a San Juan y aquella luna salvadora horneando tu mazapán, caíamos en el Parque Hundido camino de Coyoacán en tu aguachile teñido con cinco rosas de alquitrán. Tu espinita de nopal (cantando por La Alameda) daba el agudo crucial en medio de la humareda, broté clandestino a Iztapalapa y colgando por Reforma osé al mirar en tu mapa la distancia, hasta la horma. Y resucitarás por rajas entre el grito camotero, tu piña jugosa en rodajas, mi armónico de suadero, tu corazón de cesina en el pozole mayor y mi aleluya en la cantina, trompo del primer pastor. Tu balada en la Portales beatificada sería con tus ritmos tropicales de rocola y pulquería, jicaletas revolcándose sumando buches de día y de noche venerando tus frutas de infantería. Un jardín de chapulines saltando hasta tu comal esperan hasta que afines tu piquito de zorzal, espérame en Insurgentes o en República de Cuba, seremos buenos oyentes: mofongo, gunda y butuba. Ya decoramos el piano con lo que hallé por Tasqueña, por tímbrico: gregoriano, por rítmico: malagueña, y en el tianguis te repito que en Garibaldi triunfamos, espérame por Tepito, de ahí vemos dónde vamos.
8.
Memoranda 02:58
Despedido el traductor del poemario, además de imprecisiones, fue arbitrario. Y se decidió no usar esa portada, les resultó lúgubre y desacertada. Con respecto a los diseños de tarima: poco previeron los caprichos del clima. Y golpeamos al director de prensa, constantemente salía en tu defensa. Prohibieron toda ingesta de alcohol y la congueta con jugo y Tramadol. La competencia: consistente, puntual, nosotros en pleno horario tropical. Hubo pugilato con el sordo mánager por gritarnos que eso y que era para ayer. Sospechoso es obviamente el carnicero que pernocta ensangrentado en el vivero. Traerse el material muy bien aprendido hará que ésto tenga mucho más sentido. Les recomendamos Amadís de Gaula y terminamos metidos en la jaula. Suspendida la asamblea del convento después del llamado de acuartelamiento. Los errores reiniciaron la comparsa, una semana de sopa, seco y farsa.

about

Grabado, mezclado y masterizado en La Madrigalera, Caracas, Venezuela.

credits

released November 6, 2015

Musicalización y textos: José Ignacio Benitez.

Producción y audio: Moisés de Martín.

Guitarras, teclados, programaciones y voz por Nacho de Villamediana.

Foto de portada: Simón Hernández.

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Domingo En Llamas Caracas, Venezuela

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